Manuel Vázquez Medel ha sido el encargado de inaugurar la mesa redonda «Un buen azar que resultó destino» celebrada en el Aula Magna de Filología de la Universidad de Sevilla con motivo del encuentro «Sevilla, Capital del 27», que ha reunido a las principales fundaciones vinculadas con el legado del grupo. El profesor ha destacado el compromiso histórico de la Universidad con la Generación del 27 y ha defendido una lectura renovada de la Edad de Plata. Asimismo, ha subrayado la necesidad de ampliar el canon, incorporar a las creadoras del período y fomentar una visión interdisciplinar.

A continuación se reproduce la intervención del Profesor Manuel Ángel Vázquez Medel en el Aula Magna de Filología con ocasión del encuentro “Sevilla, Capital del 27”, que reúne a las principales Fundaciones de creadores del primer tercio del siglo XX.

En Sevilla, a 17 de diciembre de 2025

Autoridades, representantes del Ayuntamiento y del Ministerio, queridas amigas, queridos amigos; admirados gestores de las Fundaciones e instituciones culturales que mantienen vivo el legado, la investigación y la difusión de nuestros principales creadores en todos los ámbitos literarios y artísticos, intelectuales o científicos del primer tercio del siglo XX, reunidos hoy gracias al excelente trabajo de coordinación de Eva Díaz Pérez:

Tengo el honor de tomar la palabra para reiterarles la bienvenida de nuestro Decano, Javier Martos, a esta Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla. Una Universidad que celebra este 2025 el 520 aniversario de su fundación de una de las maneras más hermosas en que -a mi juicio- puede hacerlo: con la primera Rectora de su historia. Una eminente científica, la Catedrática de Microbiología Carmen Vargas, que representa también el importante papel que desempeñan las mujeres en la Universidad de Sevilla desde hace décadas, en todos los ámbitos de la docencia, la investigación, la gestión, la administración, etc.

Esta Universidad les acoge hoy en el Aula Magna de Filología, que lleva el nombre de Francisco López Estrada, Catedrático de Literatura en ella, desde finales de los años cuarenta hasta 1975, veinticinco años en los que impulsó los estudios sobre el 27 (con discípulos como José María Capote, especialista en Cernuda), dirigió la primera Tesis Doctoral realizada por una mujer en nuestro Centro (la de Julia Uceda sobre el poeta cántabro José Luis Hidalgo) y las de muchas y muchos destacados investigadores (como nuestra primera Catedrática de Literatura, Begoña López Bueno).

Nuestra Universidad ofreció a su Biblioteca Central el nombre de su Rector Antonio Machado Núñez, abuelo de Antonio y Manuel Machado, e introductor del darwinismo en España; fue la Universidad en la que estudiaron Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda, y en la que Pedro Salinas y Jorge Guillén renovaron la Cátedra de Literatura e hicieron que entrara de lleno en el siglo XX.

Una Universidad comprometida con este Horizonte 27, que ha puesto al frente de la coordinación de sus actos a una excelente catedrática, Lola Pons, y como director del gran Congreso de febrero del 27 a nuestro mejor especialista en poesía contemporánea y destacado poeta, Carlos Peinado Elliot. Con un gran equipo de jóvenes investigadores.

Me siento orgulloso de pertenecer al Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana (único de esta denominación, junto al de la Universidad de Salamanca), cuyos últimos directores, Juan Montero, Isabel Clúa y Natalia Fernández (directora actual) vienen trabajando ejemplarmente por su excelencia y también por atender todas las implicaciones de la conmemoración del Centenario del 27, no solo en literatura contemporánea, sino en todas las épocas literarias (fundamentales para calibrar la importancia de la tradición, desde la literatura medieval a la de comienzos del siglo XX, especialmente importante en el caso de Góngora o la influencia del Romancero y los Cancioneros, o de la poesía del romanticismo y del posromanticismo de Bécquer, sin olvidar la presencia de creadores hispanoamericanos). Una buena muestra de lo que ya se viene haciendo son el Congreso Internacional “Voces y cuerpos plurales: disidencias sexuales en la cultura de la Edad de Plata”, dirigido por Eva María Moreno y Sandra G. Rodríguez, y las Jornadas “Poéticas de la trascendencia en la Edad de Plata (1918-1939)”, dirigidas por Carlos Peinado Elliot, celebradas en junio y en noviembre de este año.

Esta Facultad de Filología acaba de inaugurar hoy el Aula “Generación del 27”, que se añade al Aula Luis Cernuda, inaugurada hace años (aprovecho para saludar al sobrino-nieto de Luis Cernuda, Ángel Yanguas, compañero durante una década en el Departamento de “Lengua Española, Lingüística y Teoría de la Literatura”, al que pertenecí en mis inicios académicos como profesor de Crítica Literaria).

Desde esta Facultad surgió la actual Facultad de Comunicación, cuya Aula Magna lleva el nombre del hoy más reconocido periodista del 27, Manuel Chaves Nogales (que nos permite recordar la importancia del periodismo y de las revistas en este período histórico, ejemplarmente estudiadas por nuestro compañero José María Barrera). También la Facultad de Comunicación rotuló su Sala de Juntas, corazón del Centro, con el nombre de Francisco Ayala, primer Doctor Honoris Causa en Comunicación por la Universidad de Sevilla, al que seguiría Umberto Eco, de los que tuve el honor de ser su padrino y realizar la “Laudatio” en sus investiduras. Y he de añadir que el actual Decano de Comunicación, Luis Navarrete, es discípulo de uno de los mejores especialistas en la relación entre Cine y Literatura, especialmente de la generación del 27, Rafael Utrera, editor del único guion de Lorca, Viaje a la luna y especialista en el cineasta andaluz del 27, el granadino José Val del Omar.

Estamos en la Facultad que cultiva y proclama el amor a la palabra (eso significa Filología) o, más bien, Pasión por la palabra, por recordar ya a Vicente Aleixandre, el Premio Nobel de la generación (cuyo cincuentenario celebraremos también en 2027), que naciera a cien metros de este lugar un 26 de abril de 1898, aunque marchara muy pronto a Málaga, uniendo aún más estas dos ciudades hermanas.

Si a alguien quedara alguna duda del vínculo de Aleixandre con su Sevilla natal, me permitirán que recuerde sus palabras en 1963 cuando Joaquín Caro Romero le pregunta en una entrevista si se sentía sevillano: “¡Cómo no! Si nací en Sevilla y en la puerta de Jerez, en el viejo caserón de la Intendencia [de la Compañía andaluza de Ferrocarriles] (…) Soy sevillano, injerto también en el Mediterráneo. Como se sabe, transcurrió mi niñez en Málaga. Luego he vuelto muchas veces a mi tierra y siempre que me paseo por las calles sevillanas estoy pisando y sintiendo mi origen”. Podríamos añadir el texto recogido en la monografía de José María Barrera La luz en la distancia. Vicente Aleixandre y Sevilla (1998), procedente de una entrevista en Ixbiliah (1957): “Cuando voy a Sevilla y paseo con algunos poetas sevillanos, me gusta darme una vuelta por la Puerta de Jerez y mirar por fuera. Ya casi no se la reconoce, la casa donde nací. Nos paramos en el zaguán, me apoyo en el quicio, toco la madera de su portón y allí, quieto y sentido, miro la fuente lejana y el juego de agua, en el maravilloso sol que casi siempre hace cuando les visito”.

Pronto publicaremos un nuevo texto inédito de Aleixandre, que ratifica aún más su amor por Andalucía, por Sevilla y Málaga. Procede del importante epistolario de Vicente Aleixandre con Antonio Carvajal, heredero ejemplar del 27 y uno de nuestros mayores poetas.

Esta Facultad de Filología, de la que nace la de Comunicación (Jorge Urrutia fue su Decano-Comisario y yo su Secretario fundador), sabe muy bien que no hay Filología sin Filosofía (y viceversa), y se siente muy orgullosa de que la actual Decana de la Facultad de Filosofía, Inmaculada Murcia, la primera mujer que asume el decanato en sus 50 años de historia, se formara inicialmente en la Facultad de Comunicación, y tras hacerlo en la de Filosofía se doctorara con una magnífica Tesis Doctoral sobre María Zambrano.

Como irán viendo, hay ya dos coordenadas que voy implicando en mis palabras, desde la realidad, las huellas y el compromiso inequívoco de nuestra Universidad: la necesidad de ampliación de nuestra mirada al complejo proceso histórico de las primeras décadas del pasado siglo y la importancia que en él tuvieron tantas y tan admirables mujeres, de cuyas reivindicaciones de hace un siglo somos tributarios, en los avances en el reconocimiento de la dignidad y de los derechos de las mujeres, que debemos defender más que nunca ante las amenazas de involución en todo el planeta. Sobre ello he insistido en el discurso del Ateneo de Sevilla “En el horizonte el centenario del 27. Replanteamientos y propuestas” y en mi aportación al monográfico de la revista Turia, “Una nueva mirada a la Generación del 27 desde el siglo XXI: Hacia una cartografía expandida del campo cultural”.

Me permitirán que, para enraizar esta reflexión con la vida, haga una necesaria alusión personal. Quien les habla es el viejo profesor que tiene ahora el honor de ser el último Catedrático de Literatura de la Universidad de Sevilla en el siglo XX (tomé posesión este mismo día hace 26 años), que se siente heredero de las Cátedras de Salinas y Guillén, y que procura seguir -aunque sea a enorme distancia- su ejemplo, dedicándose no solo a la Filología, sino también a la escritura poética (ahora estudiada en la monografía de este año 2025 Hacia la Obra Poética Total. La poesía de Manuel Ángel Vázquez Medel, de Valentín Navarro Viguera).

Tengo el honor de ser Presidente de la Comisión Académica del primer Máster oficial en Escritura Creativa de España, que se puso en marcha hace ya tres lustros, del que están surgiendo importantes escritoras y escritores. Lo digo para no olvidar que las conmemoraciones en el horizonte del 27 no solo deben realizar la imprescindible relectura y reivindicación de uno de los momentos más esplendorosos de nuestra historia cultural, sino también ayudar y potenciar nuevas y nuevos escritores, músicos, artistas plásticos, pensadores, tecnólogos y científicos de 2027, como ya hace el Ateneo de Sevilla -cuya sección de Literatura preside tan ejemplarmente José Vallecillo- con su Premio de Poesía Generación del 27, que tiene también su modalidad Joven.

Hoy me siento también aquel joven que, con 20 años y siendo estudiante de filología, se comprometió en la conmemoración del cincuentenario, en 1977, organizando para el Ateneo el Homenaje de la Juventud Creadora al 27, por encargo de mi profesor Juan Collantes de Terán, digno heredero de Alejandro Collantes de Terán, responsable de la sección de Literatura con José María Romero Martínez cuando hace 98 años llegaron a Sevilla los poetas de la emblemática foto.

En aquellos años de la transición yo era redactor de las páginas de Cultura del semanario Tierras de Sur, y realicé no solo el dossier central sobre el 27, sino numerosos artículos sobre las raíces generacionales y el tributo debido a Antonio Machado y a Juan Ramón Jiménez, saludé el regreso de Alberti a España, con el artículo “Alberti, un poeta necesario”, o estuve muy atento a la publicación de la obra de Juan Rejano, tras su muerte en 1976 (el próximo año será el cincuentenario), con el artículo “Juan Rejano, rescatado para el pueblo”. También procuré, como coordinador general de la Gran Enciclopedia de Andalucía, una importante presencia de las mujeres y hombres del 27.

Tuve la inmensa fortuna de conocer a Dámaso Alonso, a Jorge Guillén, a Vicente Aleixandre, a María Zambrano… y de tratar más a fondo, con entrañable amistad, a Rafael Alberti y -especialmente- a Francisco Ayala en sus dos últimas décadas de vida. Con ellos pude hablar de su experiencia generacional, registrada también en varias horas de grabación inéditas. Ambos, por cierto, daban mucha importancia a las raíces que les nutrían. Alberti me insistía en que nunca hubo un poeta tan amado, seguido y respetado por los jóvenes como Juan Ramón Jiménez (aunque luego algunos se distanciaran de él), y luego en la importancia de la vuelta a Antonio Machado. Ayala ponía el énfasis en la importancia de Ortega, de la Revista de Occidente o el diario El Sol, en el empeño por la regeneración de España desde la educación y la cultura, desde el impulso de Francisco Giner de los Ríos y el institucionismo, o de Ramón Menéndez Pidal. Y siempre reconoció la importancia del pensamiento poético de María Zambrano, como recordé en mi artículo “María Zambrano y Francisco Ayala”.

He tenido, también, la fortuna de hablar a fondo sobre este período con Alonso Zamora Vicente, José Manuel Rozas, Ricardo Senabre, Jorge Urrutia, Antonio Sánchez Trigueros, Antonio Chicharro, Antonio Carvajal o José Carlos Mainer, a quien debemos el éxito del marbete “Edad de Plata”, que hemos de dinamizar aún más desde la Teoría del campo cultural de Pierre Bourdieu y desde la Teoría del Emplazamiento. Paradójicamente seguimos hablando de “Generación del 27”, pero ya en un sentido más amplio, como un complejo proceso cultural. Al fin y al cabo, lo que importa es el corazón mismo de lo que sucedió, como indica Jorge Guillén en su poema “Testimonio”, que me ha recordado estos días el gran poeta y director de la Fundación Jorge Guillén Antonio Piedra:

Dicen que el 27…

¿Generación, constelación o grupo?

Arte combinatoria de abstracciones

En teoría de una mente exenta

De un enlace vital… con nuestros actos.

Bien compartidos actos por amigos

En mutuas relaciones bien vividas,

El acorde feliz sin coro alguno,

Y desde aquellos años hasta hoy.

¿El 27? Grupo bien unido

Mientras viva.

Ya es algo.

Sin duda, lo importante es la vida, la amistad, los actos. La resonancia de la creatividad literaria y artística, que nos corresponde custodiar y difundir con amor.

He dedicado casi todas mis aportaciones académicas a este momento esencial de nuestra historia cultural, desde sus raíces, con estudios sobre Antonio Machado (que se recogerán en mi próximo libro Antonio Machado, caminante hacia la verdad, la bondad y la belleza) y Juan Ramón Jiménez (El poema único y otros muchos estudios posteriores); sobre Francisco Giner de los Ríos, Ortega y María Zambrano; sobre grandes filólogos y críticos del momento, como Amado y Dámaso Alonso o Enrique Díez-Canedo… y muy especialmente he dedicado mi atención a Federico García Lorca (en mi discurso de ingreso a la Academia de Buenas Letras de Granada), Vicente Aleixandre (en mi investigación de titularidad, en 1989, sobre La última estación poética de Vicente Aleixandre), Rafael Alberti (especialmente en mi libro Rafael Alberti y Andalucía, así como en otros artículos), Luis Cernuda (El deseo, la rosa y la mirada. Poesía y Poética de Luis Cernuda), Francisco Ayala (especialmente en el libro Francisco Ayala, el sentido y los sentidos) o Zenobia Camprubí y María Teresa León, entre otras mujeres del 27. También al cineasta José Val del Omar.

Por ello estoy viviendo con especial intensidad estos días, ya en mi último año de vida académica, tras 46 años como profesor universitario. Con profunda gratitud y -a pesar de estos terribles momentos- con gran esperanza.

La esperanza de que los valores éticos y estéticos de este período histórico y su ejemplaridad seguirán vigentes, porque están en buenas manos, que son las de quienes ahora me dispensan su amable atención. Y confío en que desarrollemos ese programa que -más allá de actos concretos- ustedes mismos han esbozado el día de ayer:

– Alcanzar una nueva comprensión del período histórico desde un nuevo y más amplio enfoque, basado en la interdisciplinariedad y en la colaboración, en el replanteamiento y apertura del canon, especialmente con la incorporación de las grandes creadoras del 27 en todos los ámbitos.

– Superar cualquier tentación de instrumentalización política, y ser ejemplos del rigor y el respeto que merece cada caso particular en la complejidad de estas décadas cruciales. Por ello, mantener una colaboración abierta entre administraciones e instituciones.

– Impulsar una nueva cartografía cultural, para convertir en una ocasión única el trieno 27/29, desde Sevilla, pero con apertura a esa plural España que -por solo citar algunos nombres- desde Madrid tuvo un papel esencial con la Residencia de Estudiantes y la de Señoritas, así como de los creadores que nacieron allí como Pedro Salinas, Dámaso Alonso y Concha Méndez, Rodolfo y Ernesto Halffter, Rosa García Ascot y Pittaluga, o Edgar Neville y Jardiel Poncela; Galicia, que aportó a Maruja Mallo; Cantabria a Gerardo Diego; Valencia, fundamental durante la República y la Guerra Civil, a Juan Gil Albert; Cataluña a Dalí y a grandes arquitectos; Aragón a Buñuel; Murcia a Carmen Conde, Juan Guerrero o a Ramón Gaya; Castilla-León a Jorge Guillén, Rosa Chacel, Margarita Manso y José María de Cossío, tan vinculado a Cantabria; Castilla-La Mancha a Gregorio Prieto; el País Vasco a Ernestina de Champourcín; la Rioja a María Teresa León; Extremadura al vanguardista Antonio Núñez de Herrera, vinculado al grupo “Mediodía”; Canarias a Josefina de la Torre… Sin olvidar Asturias, donde nació el gran científico de ese período, el Premio Nobel Severo Ochoa que también pasó su infancia y primera juventud en Málaga, como Aleixandre.

Y me permitirán que termine, más allá de chauvinismos o “andalucentrismos” reivindicando el papel de Andalucía, esa Andalucía que Juan Ramón quería Universal, donde están implicadas todas sus provincias: Huelva desde el magisterio de Juan Ramón o las aportaciones plásticas de José Caballero y la revista Papel de Aleluyas; Cádiz con el magisterio de Falla y la aportación de Alberti; Málaga con el maestro rondeño Giner de los Ríos, Prados, Altolaguirre, Hinojosa, María Zambrano, Sur y Litoral; Córdoba porque, no en vano, la reivindicación de Góngora fue el catalizador y desencadenante del encuentro del 27, y allí tuvo la generación algunos de sus principales continuadores en el Grupo Cántico, con el gran Pablo García Baena al frente; Jaén con su especial relación con Miguel Hernández; Granada con Lorca y Ayala, pero también con el cineasta de las Misiones Pedagógicas, José Val del Omar; Almería con las poetas María Enciso, Celia Viñas o el arquitecto Guillermo Langle… Y Sevilla: la Sevilla de la que arranca la estirpe de Bécquer -genial aportación de mi querido amigo, el poeta Fernando Ortiz-, con Antonio Machado como el otro poderoso impulsor del simbolismo (junto a un Juan Ramón que se sentía también sevillano); la Sevilla de Cernuda y Aleixandre, pero también de los poetas de Mediodía. La ciudad que Juan Ramón proclamó Capital de la Poesía, y que tuvo el acierto de reunir a un grupo de jóvenes creadores por iniciativa de José María Romero y de Ignacio Sánchez Mejías.

Termino. Hoy, antes de amanecer, venía -como todos los días- caminando junto al Guadalquivir por la calle Betis hacia la Universidad. En el cielo se dibujaba una preciosa luna menguante y me pregunté qué luna habrían visto los jóvenes que viajaron a Sevilla el 15 de diciembre y celebraron el Homenaje a Góngora el 16 y 17 de diciembre. Gracias a una consulta a la IA -soy defensor de las Humanidades digitales- pude saber que el 16 de diciembre, a las 21.45 comenzó la fase de cuarto menguante. La misma luna que les ha recibido a ustedes; la que habrá el 16 y 17 de diciembre de 2027. Acercándose a la luna nueva. Como nueva ha de ser, con toda intensidad y creatividad, la conmemoración del 27. En gran medida, gracias a todos ustedes.

Muchas gracias.